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POR AMOR AL ARTE

Rabindranath Tagore, literato, poeta, filósofo, dramaturgo, músico, pintor, bailarín y novelista, célebre además por sus valiosas contribuciones al ámbito pedagógico, solía decir que llevaba el peso agobiante de las riquezas que no había podido dar a los demás.


Me llamó la atención leer esta frase mientras preparaba un discurso en honor a un muy querido profesor y fundador de mi Universidad, pues no deja de sorprender que un hombre con las credenciales y las invaluables aportaciones a la humanidad como las del profesor Tagore se doliera, al grado del agobio, de lo que no había podido compartir con los demás. Pero, sobre todo, me llevó a reflexionar sobre una de las tareas más apasionantes, más nobles y con mayor sentido de trascendencia que, a mi juicio, existen: ser profesor.



Hace unos días acompañaba al Rector de mi Universidad en una reunión con un aspirante a profesor nuestro y al momento de tratar el tema siempre incómodo de los salarios, el Rector dio en la diana de lo que me parece implica esta nobilísima profesión, pues señalaba al candidato que si bien es dignamente remunerada, quienes trabajamos en el ambiente universitario lo hacemos “por amor al arte”.


Y es que quien opta por esta profesión como forma de “ganarse la vida”, lo hace porque entiende que educar, es algo más, mucho más, que la mera transmisión de conocimientos, consciente de que su labor implica la trascendencia de un acompañamiento hacia la verdad. Tarea del profesor es guiar al alumno con su ejemplo, llevarlo de la mano, sin imposiciones, hacia la verdad y a contribuir al bien común. El profesor auténtico no es quien transmite un mensaje, sino que él mismo es el mensaje.


El profesor auténtico es quien todos los días, con un genuino sentido vocacional, se empeña en hacer rendir sus talentos de la mejor manera posible para ser mejor persona, entender mejor el mundo y las circunstancias que lo rodean, buscando la verdad, o la “mejor verdad” que pueda alcanzar, con humildad intelectual y apertura de mente, lo que conlleva muchas veces el desafío de las propias creencias; todo esto con el afán de compartir lo aprendido con los demás, consciente de que eso es lo que la sociedad espera de él. En palabras de Einstein, el arte supremo del profesor consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento.


El profesor auténtico debe ser, por lo mismo, capaz de empapar su labor educativa continua con un genuino cariño hacia los demás. El profesor auténtico quiere a sus alumnos, los mira a los ojos, se interesa por ellos, los escucha con paciencia, sin prisas y entiende el valor de la alegría que encarna y transmite. Empeña su vida persuadido de que tiene algo más valioso que ofrecer a sus alumnos de lo que podrían aprender en un libro de texto o en un tutorial de Youtube.


No dejan de causar pena los casos de profesores que han perdido o lamentablemente están perdiendo el preciado valor de su trabajo, convirtiéndose en meros funcionarios, para quienes la toma de decisiones responde a una causa ajena que tiene que afrontar con profesionalidad y así suelen hacerlo, con una actitud neutral, casi mecánica, instrumental.


El profesor auténtico, a diferencia del profesor-funcionario, afronta cada decisión aceptando el reto de adoptar una actitud crítica y analítica que le permite “enfrentarse” a las ideas propias de su época, ideas que transmite al alumno porque le importa el alumno. Parafraseando a William A. Ward, el profesor mediocre cuenta, el profesor corriente explica, el profesor bueno demuestra, pero el profesor excelente inspira.


Para quienes hemos tenido la fortuna de encontrarnos en el camino de la vida con profesores auténticos, ya sea en sus aulas o en calidad de colegas, sabemos que nunca podremos estar lo suficientemente agradecidos con ellos, pues la huella que han dejado en nosotros es una huella para la eternidad, una huella que no detiene su influencia.


Agradezco las correcciones de Rocío M., Sandra A., Rocío M. y T., José Luis O., Miguel G. y Luis Fernando V., y la ayuda de Ana Paola R. con el diseño del blog.

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